"Nada de fotos bonitas, de imagenes bonitas. Solo imagenes y fotos necesarias" Robert Bresson

"Nada de fotos bonitas, de imagenes bonitas. Solo imagenes y fotos necesarias"
Robert Bresson

martes, 8 de mayo de 2012

Mi Buenos Aires herido



Empecé a escribir estas lineas la noche del sábado, después de ver en el Gaumont ANIMA BUENOS AIRES, movilizado por la película en general y aún conmovido con la última de las cuatro piezas que la componen: “Mi Buenos Aires herido”, de Caloi.
Estaba conmovido, como siempre con Caloi, por el logro de la simpleza y la profundidad en el mismo gesto; por la lucidez de no quedarse ciego después de años de talento y la humildad de compartir esa lucidez y ese talento. Pero sobre todo por la capacidad de condensación, esa obsesión por la síntesis como el mismo lo definiera.
Sin embargo eso no era todo.

Son conocidos los versos borgeanos que dan cuerpo al poema FUNDACION MITICA DE BUENOS AIRES, escrito en 1929. En un pasaje, a la pura descripción de ese momento fundacional surgida de la invención poética, Borges, como intentando remediar algo a lo que su genio indefectiblemente no puede acceder, agrega: “solo faltó una cosa: la vereda de enfrente”.

Desde el sabado camino por esta ciudad, que se empecina en ser la escrita por Borges, pero tambien la dibujada por Caloi, con la sensación de que no solo “Mi Buenos Aires herido”, sino toda la obra de Caloi, son esa vereda de enfrente: la respuesta criolla, picaresca, a la invasión colonizadora; el desquite feroz no excento de delicadeza y dulzura; el amor en su forma más ingenua y también en su versión más popular y sarcástica, esa “idea fija”.

En “Mi Buenos Aires herido”, a la impecable y hasta alucinógena descripción propia del mito fundacional, se suma la descripción de la figura del compadrito, claro producto de esa hibridez pero ya decididamente autóctono, clavado en una esquina al amparo de un farol, como testigo clave de una historia que sucumbe ante el avance arrollador del progreso; y la clásica descripción de la pena de amor que, esta sí, despojada de todo vapor literario, no es otra cosa que el llanto visceral por la mina, la percanta, la percantina incluso, y no por la jermu. El corazón roto, símbolo letal de esa agonía, que el enamorado arrastra como una maldición, prendido de sí como quien camina en círculos bajo una nube cargada de tempestad, es también, visto desde otra perspectiva, el culo perdido, o las tetas perdidas. 
 
Hay una cuestión absolutamente esencial en el sentido de vital, cuando no mítica también, en toda la obra de Caloi, presentes en el trazo mas imperceptible y en el giro narrativo más simple, mas allá del humor ácido, del sarcasmo que son una marca registrada en toda su producción. Es la cuestión de la famosa teoría doliniana que reza: "todo lo que el hombre hace es para levantarse una mina". Teoría atribuida al negro (Dolina) pero cuya autoría, reconocida por el propio Dolina, es responsabilidad de Caloi.
Recoji información sobre la película en algunos medios, sin embargo no encontré nada de todo eso. Tampoco encontré nada acerca de la animación en sí. Nada de ese gesto totalmente revolucionario, sarcástico, corrosivo, propios de la animación ya desde sus comienzos y que aún hoy conserva. Nada de la enorme libertad que contagia. Nada de lo que sucede en 15 o 20 minutos de animación, suficientes para extasiar al más incrédulo.
Fue entonces cuando supe que, para restituir esa falta, estas lineas se extenderían mas de lo pensado, porque como sucede con muchos grandes en lo suyo, Caloi simboliza la animación misma o mejor dicho, son partes de la misma cosa. Y la animación es creer o reventar. Verdadero acto de creencia y entrega, de invitación y aceptación. Y sobre todo un arduo trabajo sobre la esencialidad de la propuesta, del tema, del concepto, de la idea.
Desde la tarde de hoy, martes 8 de mayo de 2012, todo cuanto se pueda decir en el intento de restituir algo no servirá de nada. Y tal vez tampoco sea necesario.
En un elogio de la lectura, alguna vez Proust dijo que, antes de nada, la felicidad que la lectura le producía provenía de esa extraña capacidad de permitir el dialogo con los que ya no están.
Sea el momento entonces de vivir la animación, de vivir a lo Caloi.

Texto: Ulises
Imagen: Fotograma film "Anima Buenos Aires"