Casa y Universo
“Cuando las cimas de nuestro cielo se reúnan,
mi casa tendrá un techo”
Paul Eluard “Dignos de vivir”
El 11 de marzo en el estadio de Huracán se habían manifestado, ya de manera elocuente, algunas imágenes de esta conmovedora realidad. Dos semanas después, en el multitudinario acto por el dia de la memoria con desplazamiento hacia Plaza de Mayo, muchas de ellas volvían a ganar, ahora, las calles:
El lugar cada vez más “visible”, ya no sólo de los jóvenes, sino de los niños.
La cantidad de choripanes y el consecuente humo que todo lo perfuma.
Y un mensaje clarísimo de la presidenta que también tenía ya destino de imagen: “No se enrosquen, ni se dejen enroscar en discusiones bizantinas que nada tienen que ver con lo que le pasa a la gente”
Desde aquel dia, cámara en mano, caminé buscando la materialización de esas palabras claramente destinadas a la izquierda disidente; sin embargo, no fue sino hasta el mencionado 24 -un momento inesperado tal vez si se tiene en cuenta el sentido de la convocatoria- cuando esa referencia esquiva, a riesgo como en todo discurso de terminar en una simple entelequia o abstracción, se hizo presente y más aún, siguió radicalizando su postura respecto del gobierno.
Además de todo esto, y de sus imágenes, hubo ese 24 muchísimas otras cosas verdaderamente dignas de mención; pero me voy a quedar con esa tensión entre opuestos(aunque en esta oportunidad no se trate de las huestes Clarin) porque constituye también y fundamentalmente una tensión simbólica de alto grado, para intentar demostrar que (precisamente por su carácter simbólico; lo simbólico no es patrimonio de nadie sino de todos) también puede entenderse esta tensión desde otros ángulos; y en este caso particular a través de la fotografía, que vendría a ser algo así como la materialización en escena de esa expresión que habitualmente definimos como “punto de vista”.
Antes diré que, al menos fotográficamente hablando, hay en principio dos maneras de encarar este tipo de situaciones. Una sería aquella relacionada con esa fuerza que empuja a meterse a fotografiar “desde” la muchedumbre misma, inmerso en ella; y la otra, la de apostarse en un lugar más o menos fijo, el cual generalmente suele ser un punto de mira elevado.
La primera, claramente, estará marcada tanto por altos niveles de adrenalina como por cierta urgencia a la hora del disparo, siendo mayor el margen de error en los encuadres, las composiciones, las exposiciones. La segunda, cual francotirador, será por lo general más fría, (en el sentido de distante y premeditada), con mayor espacio para el acierto, y con una gran posibilidad de ver en conjunto lo que sucede. Es la conocida paradoja del árbol que obstaculiza la visión del bosque del cual él mismo es parte.
En lo particular, y siempre hablando desde la empuñadura, prefiero la primera. Aunque también es verdad que la segunda aporta lo suyo, con lo cual en repetidas ocasiones me he sorprendido en actos dignos de la familia de los felinos intentando ganar la altitud necesaria como para captar, por ejemplo y aún de manera precaria, una especie de mansa ráfaga (así de paradójica puede resultar la fotografía) de pañuelos blancos que agujerea la multitud y agita todo a su alrededor y, claro está, cuando el árbol es agitado los felinos son atraídos rápidamente por la fuerza de gravedad terrestre.
Situación: Fotografiando el paso de quien es quizás la mayor fuerza opositora "de izquierda" (si tenemos en cuenta el grueso de la convocatoria), el partido obrero, en un determinado momento me encontré cercado por una cadena humana de camisetas rojas con letras amarillas que tenía por objeto no solo permitir el paso fluído de las largas columnas de compañeros que llegaban y no paraban de llegar desde el lado del congreso, sino también, y a ambos flancos, impedir el paso de LA CAMPORA que avanzaba a la altura de 9 de julio desde el obelisco y el de la JP que llegaba desde constitución.
Se comprenderá que este es un riesgo que solo se corre cuando se adopta la primera de las actitudes. Y más aún, que solo este riesgo es el que permite acceder a una experiencia fotografica real. De manera que desde ese momento esa imagen se convirtió, sin mediaciones, en la materialización en escena de esa tensión planteada originalmente en el plano discursivo.
Sin embargo, me gustaría -desafiando ese gran poder resolutivo que toda imagen vehiculiza (sabemos de sobra que una imagen vale mas que mil palabras)- insistir en el aspecto paradójico que a pesar de ello toda imagen conserva (como los núcleos de una tempestad) ya no solo como hacia el interior de su propio sistema, sino también como parte esencial de un afuera real, concreto (raras veces objetivo) que no es otra cosa que el sistema a traves del cual nos comunicamos.
Asimismo, convendría no olvidar que la expresión "punto de vista", además de establecer una localización visual, constituye también una localización lingúistica, sea esta oral o escrita, ya que todo relato es construído por un sujeto narrador que toma determinada posición, en un lugar determinado, en algun momento, por alguna causa, etc.
Una pequeña frase de Barthes (la vida también esta hecha así, a base de pequeñas frases de Barthes) quizás me ayude a llegar a mejor puerto en esta tentativa. Cito de memoria, porque ademas viene a cuento: “Es muy difícil, sino imposible, hablar de lo que se ama”
Inmediatamente pueden surgir miles de objeciones. A mí, por ejemplo, siempre se me dió por plantear ésta: ¿pero el amor no se demostraría simplemente, sin más, ni necesidad de hablar, así como una foto vale más que mil palabras, sin más?
Quizás la respuesta sea SI. Realmente no estoy tan seguro, al menos en lo que se refiere al amor. No así en política (en gran medida un acto de amor) donde las cosas se complejizan, se vuelven paradójicas y donde quizás la respuesta sea un NO rotundo, sin vacilaciones. Pero tampoco lo se.
Si de algo estoy seguro, es del enorme poder movilizante de esta frase. Evidentemente hay en ella mucha tinta 100% barthesiana que habria que rastrear a lo largo de toda su trayectoria (Bathes fue uno de los más lucidos estudiosos del concepto de poder y hegemonia asociados a la escritura, así como de la relación entre imágenes y texto) pero esta frase de Barthes es movilizante por otra cosa.
Al igual que las imagenes y los textos, la frase tiene un gran contenido paradójico, pues a la vez que plantea el hecho de la dificultad, incluso del imposible, lo plantea sobre un terreno (no ya “el” amor como tema sino “lo que amamos” como algo activo en principio y también como algo particular, íntimo casi) del cual, precisamente por ser de alguna manera sus propios artesanos, tendríamos total conocimiento y soberanía.
Al igual que las imagenes y los textos, la frase tiene un gran contenido paradójico, pues a la vez que plantea el hecho de la dificultad, incluso del imposible, lo plantea sobre un terreno (no ya “el” amor como tema sino “lo que amamos” como algo activo en principio y también como algo particular, íntimo casi) del cual, precisamente por ser de alguna manera sus propios artesanos, tendríamos total conocimiento y soberanía.
Si hay algo que este momento político argentino plantea de manera evidente (visible) desde el oficialismo, es la cuestión de una reapropiación del lenguaje y lo simbólico, en principio muy arraigados a lo estrictamente peronista, pero, a qué negarlo, con un carácter nacional muy grande. Ahí están para confirmarlo la ley de medios ante los monopolios comunicacionales, la tarea incansable por la memoria histórica, la reivindicación de la vida sindical y fundamentalmente la de los sectores mas populares, y estos con una gran tradición historico-simbolica sostenida por figuras que requeririan, solo ellas, un enfoque mucho mas preciso y detallado, tanto desde el punto de vista textual como visual.
Lo esencial no solo no es invisible a los ojos (gran farsa esta) sino que nos lleva a la evidencia de que nunca la politica puede ser ajena a (Maldita Babel!!!) las problematicas de la comunicacion, y más aún hoy en escenarios cada vez más complejos, donde se plantean ya no solo problemas dicotómicos, expresados en las típicas y reductoras fórmulas tales como blanco “o” negro, esto “o” aquello, sino paradójicos, es decir inclusivos, donde la conjunción “y” comienza a cobrar la dimensión que realmente tiene en el lenguaje: la de ligar, la de comunicar, la de transmitir. Y cuando un lenguaje comunica de manera no solo eficaz sino también inclusiva, ese lenguaje es carne de simbolo, no arcaizante sino dinamico y sobre todo solidario, y por ende un alimento para todos (y todas) por igual.
La política -ya sea a traves de sus discursos como de sus actos- transita bastante a menudo esa delgada e incluso filosa frontera, ese limite crucial que para la fotografía es casi su terreno ontológico, su pampa húmeda y fértil, un espacio de anchura casi marítima del cual suele hacer también apología una y otra vez en su apuesta temeraria. Solo que la fotografia parece no satisfacerse nunca y renovar constantemente su apetito. Si el lenguaje es carne de simbolo, la fotografia seria el sebo, el puente siempre tendido entre una necesidad y otra.
Una foto -toda foto quizás- pretende trasmitir, comunicar, dar fe si se quiere, dejar registro de esto, es decir, de todo cuanto hay de paradójico en todo momento y cómo sus alrededores se nutren de ello para que esa opacidad que crea la ilusión de una transparencia de la que hablaba Jakobson, se vuelva un poco mas evidente sin por ello perder su grado de tensión.
Podría decir, no se si con toda certeza pero si con total sinceridad, que aquella foto del dia 24 es el vivo ejemplo de la conjunción “y”, y que el fotógrafo, encarnado en esa función, con mayores o menores cualidades de poeta o científico, es otro actor social y por ende la fotografía una herramienta con inmensos poderes para trasmitir, para comunicar complejidades, cuestiones sumamente paradójicas (así lo es la técnica fotográfica porque asi también lo es la realidad), con grandes implicancias simbólicas (tal es el presente político de esta parte del mundo) de una manera clara y a la vez contundente.
La cuestión de lo simbólico y el lenguaje está relacionada, hoy, con aquellas cualidades que encarna el peronismo en tanto movimiento POPULAR y que nadie más ha podido capitalizar politicamente. Ni por denostarlas ni por apropiarse de ellas. Pero estas, creo, encuentran su mejor definicion, como las imágenes fotograficas, no solo y únicamente en el "cuerpo teorico" como guiños cómplices al interior de un sistema, sino también y fundamentalmente cuando consiguen materializarse, ya sea en imagen como en actos, hacia una comunidad de sistemas comunicativos.
Es así como la fotografia se hace acto. Un acto fotográfico, un acto simbolico, un acto politico.
Es así como la fotografia se hace acto. Un acto fotográfico, un acto simbolico, un acto politico.
Toda fotografía es una verdad grande como una casa (vacia) Y el pueblo, en la novedad de sus imágenes, es siempre origen del lenguaje.
(*) es el título de un capítulo de LA POÉTICA DEL ESPACIO de Gastón Bachelard.
Foto y texto: Ulises
Buenos Aires, marzo de 2011.
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